En el mundo del diseño de interiores, no basta con una distribución funcional del espacio o un diseño tractivo; la elección del color es esencial para que un espacio refleje el carácter y la funcionalidad deseados. El color no solo añade estética, sino que también influye en la percepción y la experiencia de quienes habitan el espacio.
Al considerar el acabado final de un diseño, factores como el color, los materiales, las texturas y los estampados son fundamentales. Aunque el gusto personal juega un papel crucial, es importante recordar que texturas y estampados pueden alterar la percepción de un color, otorgándole diferentes formas y características. No obstante, la selección de colores en el diseño de interiores es un proceso subjetivo que, aunque se basa en teorías y fundamentos técnicos, depende en última instancia de las preferencias individuales y las emociones asociadas a cada color.
Para lograr un diseño interior armónico, se recomienda explorar diferentes combinaciones de colores:
- Monocromático: Uso de distintos tonos del mismo color.
- Análogos: Combinación de colores adyacentes en la rueda de color.
- Complementarios: Unión del color elegido con su opuesto.
- Complementaria dividida: Mezcla del color seleccionado con los dos colores adyacentes a su opuesto.
- Triada: Uso de tres colores separados por intervalos iguales.
El color no solo afecta la estética de un espacio, sino también la sensación térmica y emocional que transmite. Los tonos fríos, por ejemplo, pueden evocar tranquilidad, distancia y reposo, mientras que los colores cálidos tienden a ser estimulantes, generando una sensación de cercanía, vitalidad y alegría. Esta distinción es crucial al diseñar espacios con propósitos específicos, como un estudio de yoga o una sala de televisión.
El color en el diseño de interiores es una elección profundamente personal, que varía según la percepción de cada individuo. Sin embargo, es importante que los diseñadores se arriesguen a incorporar colores que evoquen sentimientos y recuerdos en los usuarios, en lugar de optar por espacios neutros y desprovistos de emociones. Al final, un espacio bien diseñado y con colores cuidadosamente seleccionados puede dejar una huella emocional duradera en quienes lo habitan y visitan.